Por octava vez consecutiva, el equipo HumoNegro elige los mejores discos internacionales del año. Este es un trabajo que se desarrolla desde el primer día de diciembre hasta el último de noviembre entre los periodistas de nuestro medio, donde se van calificando individualmente los discos lanzados mes a mes.
En esta ocasión, pasaron más de 400 discos, quedando más de 200 en una preselección, para finalmente dejar los 50 con los puntajes más altos. Lo anterior se traduce no sólo a un ranking de lo que grupalmente consideramos los trabajos de mejor calidad en el año, sino que también en los que generaron mayor consenso. Y por el proceso aplicado, esta es una lista completamente original.
Por supuesto, los discos analizados se enmarcan en nuestra amplia línea editorial, dando como resultado un abanico de estilos. En esta lista no están considerados los EPs, registros en vivo, grandes éxitos o compilaciones.
- No hay discos chilenos en esta lista porque a aquellos los destacamos en ESTE ARTÍCULO.
- Si quieres ir escuchando los discos, haz clic en la gráfica o en el nombre de un álbum, y te llevará directamente a su streaming.
Luego del impacto disonante con “Hiss Spun” (2017), Chelsea Wolfe se inclina por realizar un álbum que explora una veta nueva dentro de su carrera. Con un sello claramente introspectivo, “The Birth Of Violence” se aleja del bullicio de su trabajo anterior para enfocarse en un sonido que se reduce a lo esencial. Acompañada de su guitarra y algunos arreglos sutiles, la voz de la artista continúa llenando los espacios con una fuerza envolvente. A lo largo de un recorrido honesto, Wolfe da cuenta de su hastío con la fama y la necesidad utilizar la música como canalizador de emociones. En este nuevo disco, la artista amplía su repertorio y nutre su estatus de soberana de las penumbras.
Nadie se esperaba un retorno así de potente. Polarizando la discusión, como siempre, Rammstein generó polémicas con su sencillo debut, criticando la “alemanidad” y los símbolos profanos de la identidad nacional, y de ahí en adelante que ese mero fósforo que ilustra la portada de este disco –hasta hace poco sin título– permitía avizorar la chispa que se volvía a encender tras una década de silencio discográfico. Ideas crujientes, una marca propia sin par, una actitud que traspasa el acto de escuchar cada track y la capacidad de convertir al rock industrial en un sonido tan pegote como el pop más infeccioso, son todos atributos de un disco que devuelve al mejor Rammstein: incendiario, excesivo e innegable.
Los oriundos de Chicago llegan con un disco que se desprende de clichés para elaborar una especie de banda sonora para los turbulentos tiempos que vive el mundo. Aunque el vaivén sonoro que suele utilizar el trío está presente en cada momento, es la forma en que se van relatando las melodías lo que hace de “Blood Year” un imprescindible dentro de su catálogo, entregando composiciones sólidas y de carácter fuerte, mientras explora los terrenos más oscuros en lo musical. Fuera de que, evidentemente, no ofrezca mayores novedades en torno a una banda que ya opera bajo una fórmula estudiada, este LP demuestra es el constante crecimiento que el conjunto ha adquirido con los años.
Iggy Pop – “Free”
No deja de ser increíble que, después de más de cincuenta años de carrera musical, Iggy Pop siga con deseos de desafiarse a sí mismo. No conforme con haber grabado discos de proto punk, new wave, electrónica y otros estilos, en esta oportunidad el padrino del punk nos regala un álbum de cargada identidad jazz y abierto ánimo introspectivo, que por supuesto deja espacio para que Iggy juegue a ser Iggy, pero que por sobre todas las cosas destaca por el delicado trabajo en los paisajes sonoros y la fantástica calidad interpretativa de un James Osterberg a esta altura totalmente graduado de crooner. No es lo que nos esperábamos de él, pero es un gusto ver cómo todavía puede sorprendernos.
Lagwagon – “Railer”
Como si fuera su primer disco. Así de vivo y urgente se sigue escuchando Lagwagon a la altura de su noveno álbum de estudio. En poco más de treinta minutos, los californianos se anotaron un disco casi perfecto, celebrando lo mejor del skate punk de antaño, intercalando momentos de energía más pesada, dejando espacio para reírse de ellos mismos y, además, regalándonos un nuevo punk cover para agregar al catálogo de joyas resucitadas por el estilo. Todo esto gracias a un Joey Cape que sigue sonando increíble en los vocales, una base rítmica que parece no aflojar nada con los años y un par de genios en las guitarras que todavía tienen lo necesario para salir a romper tímpanos. Un verdadero misil.
El reciente álbum de Soilwork fue una de las primeras sorpresas del año. Lanzado a principios de enero, los insignes representantes del metal escandinavo ofrecen en “Verkligheten” nuevamente un trabajo que refleja los elementos propios de la escena de esa región del mundo: voces que se intercalan entre lo melódico y gutural, guitarras contundentes y vertiginosas, junto a las constantes melodías inspiradas en el folclor nórdico. La energía en sus distintos niveles es el norte de este álbum, donde se destaca la velocidad en canciones como “When The Universe Spoke”, o el ímpetu épico y armonioso de “Full Moon Shoals”, entregando de manera proporcionada un disco intenso y sólido.
Quizás el regreso al estudio más esperado de la última década fue el de Tool, tras 13 años del lanzamiento de su antecesor. Ceñido al característico estilo de la banda, el LP cumple con creces en términos de calidad técnica y sonido. Si bien, no es tan arriesgado o innovador como los anteriores, el disco es capaz de lograr una continuidad tanto en términos melódicos como líricos, cristalizando las expectativas de sus fanáticos. Sus intrincados y cuidadosos arreglos son piedra angular de su cohesivo hilo conductor, que incluye guiños orientales, especialmente en percusión, e hipnóticos patrones rítmicos, confirmando la perfecta amalgama que solamente el cuarteto californiano puede lograr.
Apenas terminaba el ciclo de su exitoso “Sleep Well Beast” (2017) cuando The National se aventuraba en lo que sería una de sus obras más coherentes en cuanto a música y concepto. Tomando una narrativa que aborda una serie de vivencias cotidianas, la banda ejecuta sentidas melodías y abstractas oraciones guiadas por el dolor y la melancolía, siempre bajo la dirección musical de los hermanos Dessner y la inconfundible lírica del matrimonio de Matt Berninger y Carin Besser. Sin la necesidad de encumbrarse como su mejor álbum, “I Am Easy To Find” prefiere ser una obra netamente de contexto, demostrando el gran momentum creativo que el conjunto atraviesa desde hace varios años.
Anderson .Paak – “Ventura”
Luego del éxito de su segundo disco, “Malibu” (2016), el artista norteamericano Anderson .Paak ha forjado un prolífico camino por las múltiples vertientes de la música negra. Al igual que muchos músicos de su generación, Brandon Paak Anderson recoge los tonos cálidos del soul, el R&B y el funk para interpretarlos bajo una visión contemporánea, muy emparentada a lo que se conoce como “urbano”. En “Ventura” (2019), .Paak va perfeccionando una fórmula que cautiva desde el comienzo. Acompañado con excelentes colaboraciones, tales como André 3000, Lalah Hathaway o Nate Dogg, la placa profundiza con solidez esta mixtura suave y dinámica en formato neo soul.
A veces no es necesario complejizar la apuesta para tener buenos resultados. Hace dos años el power trio de Colorado nos regaló un excelente y complejo trabajo de estudio que, teniendo suficientes méritos musicales, terminó alejando más que acercando a sus seguidores. En esta oportunidad, el conjunto decidió dar vuelta la página y volver a jugársela por lo que saben hacer mejor: crear canciones directas, llenas de rock blues de alto octanaje, a ratos pantanoso y garajero, a ratos calmado y por momentos desatado y explosivo. No hay secretos ni dobles mensajes en estos 37 minutos de buen rock. Pianos, coros sentidos, saxo y guitarras; simple y grandioso al mismo tiempo.
Thank You Scientist – “Terraformer”
Thank You Scientist es un proyecto progresivo en el más amplio sentido de la palabra. Generando una mezcla original, la banda reúne elementos del jazz, el rock progresivo de los setenta y la rítmica del math rock. Dicha combinación ofrece en “Terraformer” un resultado que suena con originalidad, dentro de un terreno donde pareciera estar todo hecho. Pese a la complejidad técnica, el septeto ejecuta canciones que se preocupan por ser accesibles. A modo de ensamble, la banda va más allá de la clásica formación de rock, incluyendo bronces y cuerdas, nutriendo así una propuesta que se desarrolla como un viaje interesante e inteligible, pese a sus pretensiones.
Las características del cello lo hacen un instrumento único, que en tiempos versátiles como estos gana muchos adeptos, pero también ha hecho notar el espectro de cuándo su sonido es bien utilizado y cuándo no. Julia Kent, de fama anterior con Rasputina y Antony And The Johnsons, en su sexto trabajo como solista evita desperdiciar compases o capas y, en vez de eso, consigue mezclar sus impulsos techno y góticos para derivar en piezas complejas, construidas con maestría e intención. Usando la repetición de líneas que dialogan unas con otras de forma eficaz, trenzando arpegios, notas planas y progresiones, Julia Kent muestra en “Temporal” su madurez y creatividad en pleno.
En vez de operar desde la timidez o lo opaco que podrían sugerir los arreglos minimalistas y cálidos clásicos del indie y el dream pop, Jay Som exuda confianza en el cariño que le muestra a sus canciones. Ese es el ingrediente clave para que un disco como este –que en manos de tantos hubiera quedado en la intrascendencia– termine siendo uno de los trabajos más atractivos y disfrutables del año. “Tenderness”, “Get Well” o “Superbike” dejan en claro el amplio abanico creativo de la artista norteamericana de origen filipino, en un álbum que, tal como sugiere su título (“mi niña” en el dialecto tagalo, que es como le dice su madre), evoca sensaciones de acogida, humildad y mucho, mucho amor.
Levemente centrado en el concepto del bienestar, este LP deslumbra con una efectividad y simpleza que condensa muy bien la forma en que Phoebe Bridgers y Conor Oberst trabajan en cada uno de sus proyectos. Bajo una armonía amable y canciones que destacan la calidad vocal de ambos, “BOCC” es una ráfaga de frescura con una impronta multifacética, tomando estridentes guitarrazos con delicados acordes más acústicos en un disco que prácticamente no tiene puntos bajos. En la simpleza muchas veces se encuentran los detalles, y con sus pegajosos coros y melodías el dúo consagra un excelente trabajo colaborativo mediante diez canciones y un recorrido musical por diferentes estilos y texturas.
Tomando distancia del sonido estridente, explosivo y directo que caracterizó a “Wildlife” (2011), el cuarto álbum de La Dispute se articula bajo una producción primordialmente sutil. Pese a que el motor del conjunto continúa situado en canalizar emociones intensas, “Panorama” concadena las canciones para llegar al clímax de un modo paulatino. Pasando por momentos que van desde la melancolía al júbilo, las palabras de Jordan Dreyer son un relato tremendamente personal, y están cargadas de una interpretación potente y apasionada. La última obra de La Dispute es un álbum luminoso, con una composición delicada y minuciosa, generando esta dicotomía de sentimientos donde resalta un aire estilizado.
Con el lanzamiento de su tercer LP, Marika Hackman vuelve a las pistas con un cambio de sonido y una lírica mucho más explícita y sincera, desmarcándose de la línea desenchufada que la hizo famosa en sus primeros trabajos. Lleno de matices en términos sonoros, el disco juega con la contraposición de melodías suaves y de corte acústico con otras más bailables y llenas de poder electrónico. En cuanto a las letras, Hackman continúa con la senda que comenzó con “Boyfriend” dos años antes, aportando una narrativa más gráfica y audaz al abordar temas desde el punto de vista de una mujer queer en el plano emocional y sexual, tales como el amor en pareja, la masturbación femenina y la fragilidad mental.
B Boys – “Dudu”
La ansiedad no da tregua, y es hasta peor cuando alguien intenta calmar un sentimiento tan individual. El impulso y la entropía de esta sensación es parte de los principales motores de uno de los discos con mejor dinámica de 2019, “Dudu”, el segundo LP del trío neoyorkino B Boys. En vez de apuntar al acto de acotar o pulir su sonido, la energía del grupo destila mayores cuotas de angustia, alegría y necesidad de escapar del aburrimiento lógico de los tiempos en tracks como “Pressure Inside” o “I Want”, sin abandonar jamás un sentido de urgencia que inunda el disco (a veces en su detrimento), ahogando la sobrecarga de responsabilidades de la vida contemporánea en sonidos excesivos y directos.
Una relectura a la figura de María Magdalena hizo que FKA twigs se replanteara también la forma en la que la historia es contada. No sólo la narran los ganadores, sino que también ellos son hombres. ¿Cuántas construcciones culturales han aprisionado a las mujeres y cuán extenso es el efecto de este control patriarcal sobre las relaciones hoy? La artista intenta averiguar pistas en su interior y alrededor para resolver esta interrogante, en canciones con texturas futuristas, lúgubres, preciosas y de un R&B lleno de giros y peripecias, con colaboración del productor Nicolas Jaar, generando un trabajo tan del presente como de las ancestras, cuyas auras parecen inundar un álbum impactante.
La cálida voz de Sharon Van Etten se destaca por adoptar una estampa propia dentro de la figura del cantautor. En esta ocasión, la artista ofrece un trabajo enmarcado entre sintetizadores y ritmos etéreos, los que sumados a su color vocal entregan un disco de personalidad elegante. La contemplación de “I Told You Everything” convive a la perfección con las composiciones de un ritmo más punzante, tales como “Comeback Kid” o “No One’s Easy To Love”, o aquellas de aire onírico, como “Memorial Day”. “Remind Me Tomorrow” es una obra que se destaca por la sutileza de un pop que viaja por distintas variantes con absoluta naturalidad.
Aunque a Neil Hannon se le reconoce mucho por su capacidad melódica y su tendencia a cantar sobre amores, tragedias o historias, también su retórica se sirve mucho de aquello que se encuentra bajo la alfombra, barrido como todo lo sucio en la cotidianidad. Es en lo más rutinario que se sirve para crear el álbum más variopinto en estilos musicales de The Divine Comedy, desde una electrónica kraftwerkiana hasta su lado pop orquestal más clásico, siempre manteniendo la consistencia prístina de su concepto: ahondar en las dinámicas del trabajo de oficina y quienes lo disfrutan, sufren y viven. Una especie de “The Office” hecho disco, convirtiéndolo en un improbable espejo para el oyente.
En la naturaleza minimalista, de arreglos tenues y letras directas del debut de la artista australiana, está la fortaleza de un mensaje poderoso. El manejo de las historias ajenas y propias en canciones como “Tricks” o “Mosquito” le otorga una singularidad que es un bien preciado en tiempos de homologaciones forzosas. También ayuda mucho la capacidad de disponer de la plataforma de una canción para apuntar a los abusos contra las mujeres por la masculinidad tóxica (“Boys Will Be Boys”) o a lo cerdo que pueden ser los hombres más viejos (“Old Man”), todo en composiciones desarrolladas en la medida justa para poner a Stella en el centro de todo, firmando un primer disco único, como debe ser.
En tiempos complejos, el arte cumple un rol activista. Así lo entiende la rapera británica Kate Tempest en “The Book Of Traps And Lessons”, quien, además de dar una mirada profundamente crítica a la Inglaterra del Brexit, añade un carácter casi pedagógico a una propuesta que se acerca más a la poesía que al hip hop. Mediante una prosa que transmite fuerza y emotividad, Tempest pone en conflicto el estado actual de la sociedad de consumo. Desde las consecuencias de una economía depredadora, hasta los signos de un estilo de vida individualista, el disco expone la crisis estructural de un modelo que se derrumba en distintas partes del mundo.
En tiempos donde los singles le ganan cada día más terreno a los discos como formato musical, atreverse con un álbum conceptual es una jugada que siempre merece ser aplaudida. Para su decimoquinto larga duración, The Flaming Lips juega a empujar sus propios límites y decide encantarnos con la surreal historia de un bebé gigante destinado a ser rey y sacrificar la vida por su pueblo. El disco alterna espacios destinados al relato (a cargo del ex The Clash, Mick Jones) con otros donde el conjunto se avoca a construir un mundo cargado de psicodelia y sinfónica majestuosidad. Sencillo y entrañable en igual medida, “King’s Mouth: Music And Songs” vuelve a posicionar a Coyne y sus muchachos en el sitial que merecen.
Dejar de lado cualquier regla preestablecida es algo que le sienta muy bien a Jack White, por lo que un trabajo como el tercer disco de The Raconteurs resulta extraño a primeras por su estructura tan convencional. En “Help Us Stranger” nos encontramos con el disco más efectivo y mejor logrado del conjunto, optando por una toma de decisiones muy inteligente en pos de su desarrollo y comprendiendo muy bien el espíritu del rock norteamericano más puro, descifrando y reinterpretando códigos de carácter más clásico en canciones que podrán parecer de estructura simple, pero que gozan de una impecable producción para realzar cada uno de sus elementos sin sonar monótono o copiado en el proceso.
Norman Rockwell fue uno de los pintores que mejor reflejó la cultura estadounidense, por ello no es extraño que una artista obsesionada con la representación de lo “americano” como es Lana Del Rey lo haya tomado como referencia bibliográfica para el que es su mejor disco a la fecha. Corajudo, exigente, divertido y sensual, el quinto LP de la artista permite que su voz suene mejor que nunca, con decisiones estéticas prístinas a lo largo del extenso trabajo que también tiene en sus letras un activo que no sólo pone a la sociedad estadounidense en la lupa, sino también a su propia historia, con honestidad, sátira y excelencia por doquier.
Si bien, desnudar el alma no es una tarea desconocida para Angel Olsen, la artista lo lleva a un nivel más profundo y oscuro en su cuarto LP. En él la cantante se posiciona como figura de la escena indie, incluyendo guiños orquestales al pop barroco y una influencia notoria de synth-pop. De principio a fin, la instrumentación precisa y su ecléctica voz permiten al oyente viajar desde la penumbra en su inicio hacia la esperanza en su ocaso. Sus letras contienen una carga emocional variada e importante, pasando de la tristeza a la rabia, de la melancolía a la introspección y la resiliencia, acoplando cada sentimiento a la perfección con descriptivas y envolventes melodías.
Karen O & Danger Mouse – “Lux Prima”
La esencia misma de “Lux Prima” se extrae de la confluencia de dos mentes artísticas. Por un lado, la frontwoman de Yeah Yeah Yeahs, Karen O, y por otro el reconocido productor Danger Mouse; juntos dan como resultado a una de las colaboraciones más interesantes del año. Destacándose por su sonido refinado, la voz brillante de Karen lanza susurros que nutren de fuerza, protagonismo e identidad propia al proyecto. En cuanto al rol de Brian Burton, la experimentación en sintetizadores y un sonido primordialmente reverberante son los cimientos de un disco que viaja por diversos caminos sonoros. Un trabajo que destaca por su equilibrio minucioso.
Tras seis años de silencio discográfico y con uno de sus genios creativos fuera de la banda, Vampire Weekend no la tenía fácil. Por fortuna, “Father Of The Bride” logra sin problemas su cometido. Se podrán decir muchas cosas de este álbum (que es muy largo o desordenado), sin embargo, hay que reconocer que se trata de un disco jugado, entretenido y luminoso, que se atreve a explorar nuevos terrenos sonoros (country, flamenco disco, lounge, duetos), al mismo tiempo que se las arregla para mantener intacto el sello musical de la banda. No es un paseo perfecto, no obstante, la declaración de intenciones es gigantesca. El conjunto sigue teniendo varios ases bajo la manga por jugar.
Lo de PUP a esta altura se está transformando en costumbre. No sólo han firmado un catálogo prácticamente impoluto, sino que además se han dado maña para desarrollar una marca sonora única (que al final del día es lo que hace la diferencia entre una banda del montón y otra que logra instalarse en el imaginario colectivo con identidad propia). “Morbid Stuff” explota lo mejor del pop punk rabioso y angustiante que hasta acá han venido entregando los de Toronto y, al mismo tiempo, se aventura a explorar terrenos más duros en lo musical (“Full Blown Meltdown”) y otros de abierto ánimo confesional (“Free At Last”), subiendo aún más la apuesta a una propuesta que ya venía siendo excepcional.
Mike Patton & Jean-Claude Vannier – “Corpse Flower”
Cuando dos mundos colindan, es esencial comprender contextos completamente opuestos. “Corpse Flower” es ejemplo de eso, con Jean-Claude Vannier y Mike Patton alcanzando originalidad mediante tracks que van yuxtaponiendo diferentes elementos, moviéndose cada uno en su mundo, y encontrándose en líricas retorcidas y melodías de una precisión quirúrgica. Una unión como esta podría haber resultado un fracaso en distintos niveles, pero la maestría que ambos poseen permite que puedan convivir de manera plena para alcanzar un objetivo final. Tal como la entrañable belleza de la flor que le da nombre, la música tiene su encanto dentro de estructuras elegantes y un espíritu totalmente pendenciero.
Con “Popular Music” (2017) el cuarteto inglés ya había demostrado que era capaz de anotarse buenos temas, sin embargo, que se despacharan un disco así de redondo a tan sólo dos años de su debut fue toda una sorpresa. Los oriundos de Hull definitivamente no estaban para perder el tiempo y salieron decididos a romperlo todo con tal de entregar su furibundo e inteligente mensaje. Cuotas precisas de post punk, neo psicodelia, krautrock, un bajo demoledor y vocales que parecen salir directo del estómago de Mez, terminaron transformando a “A Picture Of Good Health” en un manifiesto maldito, de esos que miran a la cara y, de ser necesario, la escupen para sacar de la inercia. Imperdible.
Cuando se dice que está todo inventado, los riesgos siempre se agradecen, por lo que la irrupción de Billie Eilish en el panorama musical es una apuesta no sólo en términos estéticos, sino que también musicales. Ya con la fama adquirida con su anterior EP y uno que otro lanzamiento, la artista logra dar rienda suelta a una propuesta estrictamente elaborada por ella junto a su hermano Finneas, mezclando una serie de ritmos y elementos para articular uno de los álbumes más transgresores del pop actual. Uno que, si bien está dominado por las fórmulas repetidas y figuras prefabricadas, encuentra en la joven californiana una propuesta refrescante, personal y, sobre todo, muy honesta.
Jambinai – “ONDA”
Más allá de la hegemonía del k-pop, Jambinai se posiciona como un proyecto de origen coreano que recoge elementos tradicionales desde una perspectiva contemporánea. El uso de instrumentos musicales propios de su folclor hace de “ONDA” una obra inusual para oídos occidentales. Por otro lado, la composición de canciones con una base instrumental sólida ofrece guiños cercanos al post rock como segunda pieza de una fórmula única; el resultado final gravita por atmósferas intensas, voces cristalinas y pasajes apoteósicos. Con la misma firmeza de una montaña, la última placa de Jambinai ofrece una valiosa relectura a sus tradiciones musicales.
Haber sido parte de una de las bandas de rock más influyentes de los últimos cuarenta años, no impidió que en la actualidad Kim Gordon se despachara uno de los discos más vanguardistas que golpeó la escena este 2019. Se trata de nueve canciones de naturaleza oscura y claustrofóbica, que, si bien gozan del sello noise característico de Gordon, están dedicadas por completo no sólo a la fusión de estilos (hip hop industrial, post punk, tecno), sino que también a una desvergonzada exploración instrumental y vocal. El resultado es un cóctel caótico, desafiante y definitivamente adictivo. Probablemente un álbum que tome tiempo terminar de entenderlo en toda su dimensión.
Luego de 14 discos de estudio, la banda liderada por Michael Gira suma un épico nuevo álbum. El LP de más de hora y media se empecina en llevar más allá el concepto de experimentación, con hipnóticos esquemas rítmicos que evolucionan hacia un ritmo más folk que sus antiguos trabajos. Sin embargo, ello no aplaca la intensidad ni oscuridad característica del grupo. Además, la larga lista de colaboraciones le da un especial toque, con nombres de artistas que van desde Baby Dee y el dúo A Hawk And A Hacksaw hasta antiguos miembros de la agrupación. La voz de Gira merece mención aparte: sus matices y potencia fascinan canción tras canción, lo que reafirma que Swans está lejos de colgar los guantes.
Alejados de la hegemonía clásica de la música angloparlante, Gruzja es de aquellas rarezas dignas de destacar. Pese a los límites que impone la barrera idiomática, “Jeszcze Nie Mamy Na Was Pomysłu” expresa de manera bastante concreta el concepto estético de la banda. Valiéndose de sonidos gélidos y oscuros, propios de la región europea oriental durante el underground de los ochenta, Gruzja entrega un disco feroz y crudo, el que se reparte entre la agresividad del black metal y lo sombrío del post-punk en parte iguales, entregando una mirada que encuentra los puntos comunes de esta mixtura. El segundo disco de Gruzja es una obra que, independiente del idioma, posee una impronta cavernaria y cautivadora.
Llegó el momento de graduar a Little Simz. Después de años jugando a ser la joven promesa del rap inglés, pero errando el objetivo cada vez que quería dar el salto a las grandes ligas, pareciera que Simbi Ajikawo finalmente encontró ese punto donde la ansiedad dejó de ser un problema y se transformó en una motivación. Lúcida, confiada y haciendo gala de sus excepcionales destrezas como MC, Little Simz nos regala un álbum que elude con inteligencia los clichés del género, privilegiando los instrumentos en vivo por sobre los samples y arrasando en lo musical con una propuesta sonora que apuesta permanentemente a cambiar de velocidades y estilos. Conciso y efectivo, un verdadero deleite.
Aldous Harding – “Designer”
Menos intensa, entregándose al absurdo con mayor libertad y consiguiendo que cada track fluya como se le antoja a la canción, Aldous Harding no abandona lo oblicuo de cada trayectoria, jamás tomando la ruta fácil. En “Designer” la neozelandesa jamás luce en control total de este cuadro abstracto, pero eso le permite lucir con confianza y arrojo como pocos trabajos en el año. “The Barrel”, “Pilot” o “Fixture Picture” son composiciones desarrolladas para estar abiertas, como galerías exhibiendo obras de arte, más allá de un disco, pero no olvidando lo exquisito que puede sonar la música bien hecha. Lo abstracto de este trabajo exige, no entregando respuestas, pero sí sensaciones sin par.
El mundo puede acabarse en cualquier momento, pero eso no significa que la belleza del aguante culmine. A ese tránsito entre amores, odios, luces y sombras es al que Natalie Mering le canta en su cuarto disco como Weyes Blood. En vez de quedarse en la exquisita chance de que el brillo de la orquestación o el pop bien hilvanado encandilen al oyente, Mering entiende cómo lo relevante es el significado de las emociones y cómo eso puede darle el toque de atemporalidad que requieren canciones como “Movies” o “Andromeda”. “Titanic Rising” opera como un canto a respirar en medio de un ahogo, y a la belleza de sobrevivir a la falta de humanidad reinante en el cotidiano.
The Claypool Lennon Delirium – “South Of Reality”
Ya nos habían regalado un tremendo álbum hace un par de años, en lo que parecía ser más una anécdota que un proyecto a seguir. Por suerte, el dúo decidió ir por más, sumando un nuevo capítulo a esta historia. Los 47 minutos de “South Of Reality” vuelven a deleitarnos con esa fantástica fórmula que combina paisajes de delicada textura sonora con la cuota justa de psicodelia desenfrenada. El equilibrio que alcanza Claypool y Lennon es tan dinámico y original, que aun cuando la mayor parte de los cortes del álbum superan los cinco minutos, el viaje es realmente irrenunciable. Probablemente de las mejores colaboraciones que se han anotado un par de discos en los últimos años.
Waste Of Space Orchestra – “Syntheosis”
Uno de los viajes más fascinantes dentro del panorama metal de este año es lo que ofrece el proyecto Waste Of Space Orchestra. Reuniendo a miembros de la banda Oranssi Pazuzu con otros músicos del circuito finlandés, el colectivo entrega en “Syntheosis” un recorrido por los rincones más oscuros del sonido espacial. Las atmósferas del álbum reúnen con audacia y éxito vertientes tan dispares como el black metal y el rock sicodélico, o el doom con lo progresivo. La mezcla atípica se sustenta en envolventes frecuencias de bajo y sintetizadores, junto a distintos colores vocales y ritmos monolíticos. Una apuesta excéntrica en todo ámbito, que se atreve a tomar riesgos y experimentar en el imaginario de lo oscuro.
Japón es cuna de cruces poco convencionales, de eso no quedan dudas, pero siempre habrá bandas que saben cómo echar por la borda cualquier idea preconocida con su música y entregar obras plagadas de clichés, y a la vez absolutamente novedosas. El perfecto ejemplo lo hace Otoboke Beaver con “Itekoma Hits”, un disco que bebe desde muchas vertientes, empapándose sin mayores preocupaciones de todas ellas. Cuando las idols y boy bands juveniles son lo primordial en el panorama musical asiático, encontrar un disco que pueda mezclar hardcore, punk y noise con una soltura y actitud tan segura como en este, es porque no importa cuánto lo intentes, siempre un japonés sabrá hacerlo mejor.
Lingua Ignota – “CALIGULA”
Discos como este permiten replantear el rol de la música como un instrumento que trasciende el simple arte de interpretar melodías. En “CALIGULA”, la canadiense Krystin Hayter entrega el capítulo más personal de su proyecto Lingua Ignota, con una obra que pasa por el metal, la música sinfónica, la ópera, el noise y un sinfín de estilos, en un trabajo horripilante, inquietante y oscuro en su vereda sonora, pero sentido, frágil y delicado en sus momentos más íntimos. Como un canto de guerra contra el machismo, “CALIGULA” es un disco que enfrenta, desestabiliza y deconstruye, generando la inquietud necesaria ante una realidad que se mantiene invisibilizada, encubierta y más vigente que nunca.
Después de doce años explorando la senda de los discos cromáticos, Baroness decidió cerrar esta etapa con un álbum que confirma que lo del cuarteto es de un nivel abiertamente excepcional. Los sesenta minutos que dan vida a esta entrega son prueba del crecimiento musical de un conjunto que ya no es sólo capaz de deslumbrar desde la vereda del sludge y el stoner metal, sino que además se aventura a explorar lo mejor de estilos como el rock progresivo, el space rock e incluso el krautrock, sin perder un ápice de coherencia. Con una consistencia instrumental que sólo ha sabido crecer con los años “Gold & Grey” se alza como uno de esos álbumes que es un deber escuchar.
Michael Kiwanuka – “KIWANUKA”
El “síndrome del impostor” es algo que aquejó a Michael Kiwanuka, por ello parte de sus desafíos era no dejar que su falta de ego le quitara experiencias en la creación o en el escenario, y como un acto de fe le puso su apellido al proyecto detrás de su tercer disco. Esta disposición a tener una mayor confianza en sus aptitudes se tradujo en un álbum más desafiante, urgente, atractivo y celebratorio como nunca había hecho una de las voces más únicas del soul en estos tiempos. “KIWANUKA” funciona como un todo y también en sus canciones por separado, donde la autoafirmación es algo clave frente a las injusticias, dificultades y absurdo de aquello que nos rodea.
Thom Yorke – “ANIMA”
En medio de un prolifero momento creativo, el también frontman de Radiohead aborda el concepto general de la sociedad para entregar su tercer álbum como solista, donde un relato a través de la vertiginosa vida urbana hace de “ANIMA” una experiencia que desafía la emocionalidad humana, incorporando interrogantes sobre una base metafórica y dentro de un frío y distópico contexto como ambientación general de su concepto. Siempre en la vereda de los beats, el músico lleva los ritmos a un lugar diferente a la pista de baile, privilegiando instrumentos programados con uno que otro atisbo de humanidad, generando así las confrontaciones necesarias para un relato lleno de atributos extra musicales.
Fontaines D.C. – “Dogrel”
Álbum debut con sabor a clásico. Desde las primeras notas que dan vida a “Dogrel” queda clarísimo que este trabajo goza de una energía especial. Caustico, visceral, directo y con un espíritu abiertamente punk, el larga duración apuesta a musicalizar el descontento y las desventuras a las que hay que sobreponerse cuando no se nace siendo parte de la elite. Para ello, el quinteto de Dublín combina con éxito una oferta sonora que va desde el post punk al new wave pasando por el glam rock, haciendo así de cada track una aventura única y cautivadora. Toda la razón tiene Grian Chatten en “Big” cuando confiesa “mi infancia fue pequeña, pero yo voy a ser grande”. No cabe duda de eso.
El ligar un estilo musical a un tiempo determinado es un error, pensando en cómo el revisionismo permite que ciertos sonidos vuelvan y se sientan frescos. También cerrarse a la temporalidad de la música evita notar con los sentidos abiertos cómo hay artistas y bandas que pueden reinventarse y voltear la tortilla a su favor, y eso es lo que con maestría logró Slipknot. Con inteligencia, valentía y mucha fuerza, “We Are Not Your Kind” es un triunfo para el rock y el metal, pero también lo es para un grupo de artistas tantas veces encasillados en su legado en vez de ser adulados con justicia por la capacidad de seguir generando parte del material más excitante e innovador en el género.
La fuerza de “Schlagenheim” es un torrente caótico y destructivo. A punta de experimentación, estructura heterodoxas y catarsis, Black Midi se consignó como una de las grandes revelaciones de este año. En tiempos donde las expectativas no están orientadas a las guitarras, el conjunto londinense ofrece una propuesta de rock en estado visceral. Tomando nota de movimientos vanguardistas, como el no wave y el noise rock, el álbum cambia de intensidades con total fluidez, cuyas máximas son la preocupación por los compases repetitivos, letras que viajan entre los mensajes crípticos y el desencanto social, junto a un prolijo manejo de la tensión. Un ejemplar que resulta atractivo dentro de su excentricidad.
Nick Cave & The Bad Seeds – “Ghosteen”
El 17º disco del conjunto parece alejarse de un sonido “de banda”, pero esto le permite a Nick Cave dar con sus letras más personales a la fecha. Si “Skeleton Tree” (2016) disponía en el sonido un pesar y una oscuridad brillantes, en “Ghosteen” la premisa es que se escuche qué dice Nick, cómo lo dice, cómo lo canta y cómo lo siente. En vez de que la batería o una pléyade de guitarras muestren el poder, es Nick Cave el que arrasa con su mezcla entre control, vulnerabilidad, misterio y sinceridad, en un álbum doble donde se confronta a las nociones de origen para luego abordar qué ocurre con los finales. “Ghosteen” es un trabajo coral, donde Cave practica con excelencia la empatía, entendiendo los dolores del mundo, comprendiendo cómo la memoria es un arma efectiva para la compañía, y también que nadie está olvidado, porque sin memoria no hay historias. El sonido del disco responde a la intimidad que destilan las letras y el desgarro de la interpretación vocal. Nick se hace acompañar de Warren Ellis, consiguiendo una obra de arte dedicada a la pena y la esperanza. La idea de lo injusto que es tener una pérdida se erradica, convirtiéndola en valor, en contención y en un acto de continuidad que sana y salva.
Ránking y textos por Manuel Cabrales, Javier Pérez, Manuel Toledo-Campos, David Martínez, Francisca Miranda y Claudio Tapia.
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